Este cambio de color no es algo sin relevancia. Se ha calculado que si todos los tejados del mundo fuesen de color blanco, se eliminaría una cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero en 20 años equivalente a la que se produce en el mundo entero en un año. Sin embargo, en las ciudades norteñas, las ventajas de un tejado blanco durante el verano serían superadas por las desventajas en el invierno. La situación ideal sería, por tanto, tener un tejado blanco cuando hace calor y uno negro cuando hace frío.

Ahora podría existir una manera viable de tener ambos. Un equipo de científicos del MIT ha desarrollado tejas que cambian de color dependiendo de la temperatura. Las tejas se tornan blancas cuando el clima es cálido, permitiéndoles reflejar mucha radiación solar. Cuando hace frío, se vuelven negras y absorben el máximo calor solar posible justo cuando hace falta.
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